(CUENTA LALI)
«Pasajeros
del vuelo Madrid-Ezeiza, por favor, vayan entrando por la puerta
seis, gracias»
Ya
estábamos en el aeropuerto, íbamos a coger el avión destino a
buenos aires, todos nuestros amigos estaban allí para despedirnos.
La verdad que, estaba triste de dejar España, porque era mi tierra,
pero sabía perfectamente que las cosas me irían mucho mejor en
Argentina.
Mis
amigas lloraban, y yo también. Las abracé una por una, y después
nos dimos un abrazo colectivo, mientras me decían que llamara al
menos una vez al mes, y que fuera a visitarlas en verano.
Cogí
las maletas, me acerqué junto a mis hermanos, que también lloraban,
y embarcamos en el avión.
El
viaje se me hizo eterno, no veía la hora de pisar tierra argentina,
de respirar aquel aire peculiar, de volver a sentir el clima tan
especial.
Empecé
a pensar en los chicos, en Euge, en Nico, en el nuevo colegio, en la
nueva casa, en el nuevo barrio, en los nuevos amigos, en Peter. ¿Cómo
estaría Peter? Sería alto, bajo, seguiría rubio como la última
vez que lo vio, o se le habrá oscurecido en cabello, seguirá ahí
su lunar, su mismo carácter, ¿Seguirá siendo él?
Al
final de tanto pensar e imaginar me dormí, cuando de repente oí un
voz.
Vico:
Lali, despierta, estamos en Ezeiza.
Al
oir eso, me quité el cinturon y de un saltó me levanté del
asiento. Mis hermanos se me quedaron mirando con cara rara, y los
tres reimos.
Salimos
del avión, cogimos las maletas, y al salir a la calle, pedimos un
taxi, hasta que nos trajeran el coche nuevo, que había comprado
Vico, con la venta del otro coche.
Mi
hermano, le indicó al taxista donde tenía que ir, después de un
rato, llegamos a la casa, le pagamos al señor, y salimos del coche.
Era
una casa enorme, muy bonita, por fuera amarilla y con el tejado
marrón, era asi:
Entramos
dentro de la casa, el interior también era precioso.
El
salón:
La
cocina:
El
baño:
Subí
las escaleras, y entré en la que tenía que ser mi habitación, Vico
mandó que la decorara y quedó muy bonita:
Bajé
a la planta baja y vi a mis hermanos sentados en el sillón del
salón, asi que me senté con ellos.
Vico:
¿Y? ¿Qué os parece?
Agus:
¿Qué que me parece? Es increíble esta casa, la mejor que vi en mi
vida, es alucinante hermano.
Lali:
Coincido contigo cachetón, es muy bonita Vico, gracias.
Vico:
Es que... mis hermanos se merecen lo mejor, ¿No?
Agus:
Claro que sí, bueno chicos, ¿Qué os parece si empezamos a
organizar todo esto?
Lali:
Sí, mejor, aunque tampoco hay mucho que ordenar, básicamente estaba
todo aquí.
Vico:
Tengo mis contactos...
Agus:
Jajaja Bueno, ¿Empezamos?
Nos
pusimos a ordenar todo, en dos horas ya habíamos terminado, estaba
todo en su sitio, se podía decir que vivíamos oficialmente allí.
Lali:
Por fin... ya esta.
Vico:
¿Cómo que “por fin”? Te recuerdo que la señora no ha hecho
nada...
Lali:
Por favor Vico, he hecho muchísimo...
Vico:
Sí, claro...
Agus:
Jajaja Chicos, no se vosotros pero yo me muero de hambre.
Lali:
Y yo.
Vico:
Bueno pues, ¿Qué os parece si vamos a comer algo? Pero antes, creo
que tendríamos que pasar por casa de Euge, ¿No?
Lali:
¡Euge! ¡Por favor vamos! ¡Quiero verla! ¡Necesito verla! ¡Venga!
¡Vamos!
Agus:
Bueno, vale, que ansiosa que eres por dios...
Vico:
Venga va, vamos...
Salimos
de casa, y nos dirigíamos a casa de Euge, que estaba justo enfrente
de la nuestra. En el trayecto de cruzar la calle, pensé en muchas
cosas, estaba tan nerviosa, hacía mucho que esperaba ese momento.
Hacía diez años que no la veía, ella era la única en el mundo
capaz de entenderme, bueno, a parte de Peter.
Llegamos
y nos paramos enfrente de la puerta, Agus llamó al timbre y se
escuchó una vos que decia “Ya voy”. En eso que se abrió la
puerta, y vimos a Esperanza, aunque todos la llamábamos Hope, la
madre de Euge, para nosotros era como una tía.
Hope:
Ya voy... (abre la puerta) Dios mio... ¡Pero que grandes están mis
amores! ¡Están acá!
En
ese momento se echó encima de nosotros tres, y nos dio un abraza
gigante.
Hope:
Ay Dios, no lo puedo creer... (ella ya lloraba) ¡Salva! ¡Vení!
¡Apurate!
Salva:
¿Qué pasa? (nos vio) Chicos... ¿¡Qué hacen acá!? ¡Qué
sorpresa! (él también nos abrazó)
Vico:
¿Cómo están tíos?
Hope:
Muy bien, ¿Y ustedes? Bueno, pasen, siéntense.
Entramos
dentro de la casa, estaba tal y como recordaba, nos sentamos en el
sillón y empezamos a hablar.
Salva:
¡Qué bien que nos hallan venido a ver! ¿Cuándo llegaron?
Agus:
Llegamos esta mañana, pero no venimos de visita...
Hope:
¿Cómo que no?
Vico:
No, venimos para quedarnos, vamos a vivir aquí en Buenos Aires, es
más, hemos comprado la casa de enfrente.
Hope:
Ay no lo puedo creer, no saben lo feliz que estoy. Pero no entiendo,
¿De qué van a vivir?
Vico:
Eso ya esta solucionado, el año pasado ingresé como policía, y me
dieron una plaza en la comisaría de aquí, entonces no dejé pasar
la oportunidad. Es un trabajo que me encanta, y pagan muy bien. A
parte tenemos todo lo que nos dejó nuestro papá.
Salva:
Seguro que esté donde esté, Nico está orgulloso de ustedes.
En
ese momento un silencio muy incómodo inundó la habitación, asi que
yo lo rompí.
Lali:
¿Y Euge?
Agus:
Ay sí, por favor, dile donde está Euge, no sabes lo pesada que ha
estado toda la semana.
Hope:
Euge salió con sus amigas, debe de estar por llegar... (se oye el
sonido de la puerta) Rectifico, llegó.
Euge:
¡Mamá! ¡Papá! ¡Llegué!
Euge
entró en el salón y al vernos allí a los tres hermanos Espósito,
corrió a abrazarnos. Ella empezó a llorar, se soltó de los chicos,
para abrazarme solamente a mi.
Euge:
Chicos, ¿Qué hacen acá? Ay por Dios, no saben lo feliz que estoy
de verlos.
Agus:
Nosotros también te extrañamos rubia.
Hope:
Bueno, chicas, ¿Qué les parece si suben arriba y hablan un rato de
sus cosas?
Euge:
Sí, vamos.
La
rubia me cogió del brazo, y me llevó hasta su habitación. Una vez
allí, nos sentamos en la cama y nos abrazamos.
Euge:
Amiga, no sabes lo que te extrañe.
Lali:
Yo también te eché muchísimo de menos, no sabes cuanto.
Euge:
¿Cómo es que viniste? ¿Cuándo viniste? ¿Cuando te vas?
Lali:
Bueno, si paras de hacerme preguntas a lo mejor te contesto alguna. A
ver, he venido esta mañana, y me voy... nunca me voy. He venido para
quedarme para siempre. Voy a vivir en la casa de enfrente a la tuya,
y voy a ir al mismo colegio que tú.
Euge:
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! (me abraza) ¡Me muero! ¡Estoy muy feliz!
¡No sabes las veces que soñé con esto! ¡Te quiero amiga!
Lali:
Yo también te quiero, mucho.
Euge:
Y bueno, ¿Cuando empezás con las clases?
Lali:
Pasado mañana, mañana tengo día libre.
Euge:
Que bueno, te presentaré a todos mis amigos, seguro que te caen de
diez, aun bueno... a dos ya los conoces, especialmente a uno.
Lali:
Ni me lo nombres, no se que voy a hacer cuando lo vuelva a ver. No se
que decirle... no se nada.
Euge:
Eso dejámelo a mi. Mirá, mañana cuando terminemos del colegio, les
digo a los chicos que vengan a mi casa. En eso que vos, venís son
tus hermanos y te presento a todos, y bueno, ahí verás a Peter.
Lali:
Está bien, lo dejo todo en tus manos. No sabes lo nerviosa que
estoy...
Euge:
Tranquila amiga, va a estar todo bien, ya vas a ver... (me abraza)
Todavía no caigo, te juro...
Lali:
Jajajaja Bueno, ¿Bajamos?
Euge:
Sí, mejor.
Cuando
bajamos estaban todos ahí, y mis hermanos se levantaban para irse.
Vico:
Bueno, nosotros mejor nos vamos, que íbamos a ir a comer al
McDonald's
Hope:
¿Cómo al McDonald's? Ustedes se quedan acá a cenar.
Agus:
De verdad Hope, no queremos molestar.
Salva:
Ustedes nunca molestan, no se hable mas, se quedan acá a cenar.
Vico:
Bueno, está bien.
Hope:
Chicas, ayudenme a poner la mesa, por favor.
Y
así pasamos la noche, en familia, porque eso es lo que eran para mi
los Suárez, mi familia.
Después
de recoger todo y despediros nos fuimos a casa, aunque no dormí
mucho, porque, mañana, lo vería a él.